11/09/08
Por:sofia.acalantide
I. He dicho ya -muchas veces- que en nada se merma la virilidad de ninguno por jugar un papel pasivo en un encuentro sexual, por disfrutar de los dedos de su compañera en su propio ano o por recibir en él las embestidas de un consolador, vibrador o cualquier otro adminículo que cumpla las mismas funciones.
Hombres: ¿disfrutan ustedes metiendo sus dedos o un juguete en las cavidades de las mujeres cuando sostienen relaciones sexuales con ellas? Bien, entonces no pregunten por qué nosotras querríamos hacer lo mismo: sencillamente porque es excitante, porque es placentero. Sinceramente, no creo que ningún hombre pueda preciarse de buen amante si hay partes de su cuerpo vetadas, inaccesibles, prohibidas. Si no puedo abrirle las nalgas para darle un beso negro y detenerme allí con mis dedos sin escuchar un comentario del tipo “Oye, oye, qué te pasa, yo no soy marica”, esa relación no tiene ningún futuro, en tanto la sexualidad no tiene buen augurio. Vale: que una penetración mayor le resulta dolorosa y no placentera, por lo cual la rechaza, eso se acepta (siempre y cuando tampoco pretenda él penetrarme analmente a mí, por supuesto).
II. Por otra parte, a muchas de nosotras también nos gusta jugar en la cama con otras mujeres. Ni siquiera es necesario ser bisexual para albergar esa fantasía. Muchas sólo sienten curiosidad por el cuerpo femenino, por tocar los senos de otra, por saber cómo es una vagina ajena, por probar los labios de una chica, sin llegar nunca a considerar la posibilidad de entablar relaciones homoeróticas duraderas. Sencillamente se nombran como bi-curiosas, heteroflexibles, heterocuriosas, etc.
La mayoría de hombres ve con muy buenos ojos este tipo de encuentros, incluso (o más aún) si una de las protagonistas es su pareja. Y si luego lo dejan entrar a jugar a él, pues ni se diga: el paraíso. Esto sucede, las más de las veces, no porque sean ellos un manojo desbordante de comprensión, y acepten que ellas satisfagan libremente sus deseos para que sean personas más felices y plenas, sino porque los encuentros lésbicos ocupan uno de los primeros lugares de las fantasías sexuales de los hombres. No he conocido uno sólo, ni uno, que no considere que “ver a dos mujeres es supremamente excitante”.
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Sofía
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…OTROS MUNDOS SON POSIBLES…
